Fútbol Global

Entrevistamos a Eduardo Pérez Morán, pionero del Fútbol Global, ex futbolista riojanomadrileño y actual técnico en Indonesia

Miembro del cuerpo técnico de equipos como el Girona, Apoel Nicosia, Al Sadd, Persija Jakarta o la selección de Indonesia, dirige en la actualidad la Escuela de Fútbol de Persija Jakarta (2,5 millones followers Instagram) de este país, en el que trabaja a diario con niños que buscan un futuro en el fútbol. Como jugador, llegó a ganar una Copa de Cataluña al Barcelona con el Balaguer, parando penaltis a de la Peña y Zenden.

¿Cual es tu experiencia profesional?

Empecé hace 10 años. He estado siempre jugando en equipos de Tercera y Segunda B en la zona de La Rioja y Cataluña y también en Melilla. Tuve una lesión de hombro en el Lleida y, como me había sacado los carnets de entrenador durante mi etapa de futbolista tuve la suerte de ponerme a trabajar en el Girona (2ª A) de entrenador de porteros al año siguiente. Ahí estuve dos años muy buenos al ser mi primera experiencia (como técnico). Y ya salí al extranjero a moverme por diferentes países hasta llegar a Indonesia

Has trabajado a lo largo de tu carrera con numerosos entrenadores como Rubi, Julio Bañuelos y Luis Milla. ¿Qué has aprendido de ellos?

Todo. Empecé con Raúl Agné, luego Rubi y también he trabajado con Luis Milla con el que coincidí más tarde (en Indonesia). He estado con entrenadores de todas las nacionalidades (Francia, Rumanía, Serbia, Siria) y este último año he estado con Julio Bañuelos, que también es amigo mío. De todos he aprendido muchísimo, tanto de lo que hacer y de lo que no hacer.

¿Algún aprendizaje concreto?

Todos son diferentes. En España ya no se trabaja en la mentalidad antigua. Del primero (Raúl Agné) aprendí muchísimo, ya que fue mi primera experiencia profesional. De Rubi aprendí muchísimo tanto estando de jugador como entrenador. No es necesario decir dónde está y lo que hablan los jugadores de él; si tiene un poquito de suerte va a estar muchos años en la élite. Fuera de España he aprendido todo lo demás. Cuando haces un curso de entrenador hay una asignatura que no se enseña, que es la adaptación. Hay cosas que tienes que aprender que no son de fútbol ya que te tienes que adaptar a los diferentes países, clubes y jugadores. De lo que más contento estoy es de la adaptación que he tenido en todos los países donde he trabajado. Esto es lo más necesario para muchos entrenadores en España ya que se tendrán que ir al extranjero porque no hay trabajo para todos.

¿Qué áreas principales de adaptación reconoces? Comida, horarios, sociedad,…

Cada sociedad es diferente. Por ejemplo en Emiratos tienes que cuadrar los entrenamientos con la hora de rezo, el Ramadán, la temperatura (46 o 47 grados). A veces en los descansos no se pueden corregir cosas porque es el momento de rezo. Cuando llegué al Al Jazira un jugador siempre llegaba tarde. Este jugador en otro sitio no hubiera jugado pero aquí igual era el que te ganaba el partido y tenías que ponerlo. No puedes perder tu identidad pero tienes que adaptarte a ellos. Qatar es diferente y Chipre es más parecido a España. Indonesia es un sitio muy bueno para trabajar porque tienen muchas ganas ya que necesitan el fútbol para vivir.

¿Qué te lleva a coger las maletas y tu familia e irte a estos países?

Terminé en el Girona la temporada y me hicieron una buena oferta en Emiratos. A nivel familiar también queríamos vivir la experiencia de estar en el extranjero, aprender idiomas y que los niños tuvieran esa vivencia. Cómo son las cosas, que a los cuatro meses nos echaron a todo el staff. Así que volví a España y prepare un proyecto que presenté en el país árabe. Tuve éxito y ya fui pasando de Emiratos a Chipre, después a Indonesia, después Qatar y hemos terminado de nuevo en Indonesia. Estamos muy bien fuera ya que el hecho de que mis hijos por ejemplo hablen varios idiomas y sean capaces de adaptarse a varias culturas es muy enriquecedor.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

Decidimos volver a Indonesia el año pasado porque el país y la gente nos encantó. Es gente humilde que quiere aprender, que escuchan, que están empezando y empiezan a evolucionar; tienen muchas ganas de aprender y mejorar. Lo que más disfruto es cuando entrenan porque no hay un día que entrenen a medio gas. Hay veces que tienes que parar el entrenamiento de las ganas que le ponen. 

Háblanos de los niños. ¿Por qué están ahí? ¿Tienen un rato de entrenamiento después de clase al estilo europeo? ¿O ves alguna diferencia entre lo que le motiva a esos niños y a los europeos?

Cuando estuvimos Luis y yo en la selección tuvimos la idea de empezar a crear academias. Antes, cuando veían a alguien jugar, lo llamaban para el equipo nacional y ya. No había una base montada y ahora la hay, con las Elite Pro Academies que montamos junto con la Federación. Lo bueno que hay en este país es que ves lo que veías antes en España, los parques llenos de niños jugando a fútbol, como hacíamos nosotros. Ellos por el clima están siempre en la calle, así que imagínate el talento que puede haber en un país de 280 millones de personas. Si ahora mismo Indonesia está en el puesto 170 del ranking FIFA es porque todavía no se ha explotado ese talento. Por eso estamos intentando crear academias, hacer una estructura para que ese talento salga. Porque no es normal que Indonesia esté en esa posición con el potencial que hay.

Porque tus equipos han jugado partido delante de mucha gente…

Cuando llegamos a Indonesia y jugamos las semifinales de un torneo importante aquí había 80.000 personas. Hemos jugado amistosos con la selección S23 contra el Persija (el club en el que estoy ahora) y metieron 50.000 personas un miércoles a las 6 de la tarde. Ahora con el club hemos jugado partidos de liga ante 80.000 personas con el campo lleno. A un entrenador como yo que, como futbolista estuve jugando en Tercera y Segunda B, poder estar en un campo como técnico ante 80.000 personas es una pasada. Aquí el forofismo por el fútbol es increíble.

Cuéntanos las anécdotas que más te han gustado o impactado

Referente a la adaptación que hablábamos antes. Nosotros venimos de un fútbol profesional que es el español. Viaje, llegas y te vas al hotel. Aquí no. Este club es como el Real Madrid o el Barcelona en España pero cuando llegas no te espera nadie. Tienes que parar en un garito de carretera y cada uno empieza a pedir lo que quiere de comer, sin ninguna organización. Así que te tienes que adaptar

Aquí hay muchísima rivalidad entre hinchadas y hemos tenido que ir a partidos en tanques (Barracudas). En ellos caben 8 personas e íbamos en 5 ó 6 al campo. Y la gente esperándonos fuera y no sé lo que pasaría si no fuéramos en los tanques. Al terminar el partido nos teníamos que ir a sprint ya que la gente saltaba al campo y no sabes lo que podía pasar. Hemos tenido algún susto incluso con nuestra propia hinchada. Cuando pierdes o empatas un partido es complicado. Un día incluso zarandearon nuestro coche. Eso sí, otro día te paran por la calle y se hacen fotos.

Nos creemos en Europa que el único fútbol es el nuestro

Cada dos años la Federación nos llama para renovar nuestras licencias UEFA (tenemos suerte de tenerlas porque te abren la puerta de entrenar en cualquier país). Allí puedes escuchar al cuerpo técnico de Guardiola, de Unai Émeri, de entrenadores contrastados. Pero conozco a muchos entrenadores españoles que están en Sudamérica, en Camboya, en segunda de China; y creo que lo que tendríamos que empezar a hacer es que esos técnicos expusieran también sus experiencias. Porque al final, de todos los 600 entrenadores que estamos en España unos 400 se van a tener que ir al extranjero. Y hay temas de adaptación como el papeleo (tu familia a veces sólo tiene visado de un mes) de los que hay que informar a la gente y que se puedan preparar. Porque piensas que cuando tienes la casa ya lo tienes todo, pero yo por ejemplo he tenido que hacer salidas a 8 países para renovar los papeles.

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