Unas veces te comes al oso…

Inglaterra vence a Nueva Zelanda (19 – 7) en las semifinales del mundial en un partido histórico

Y esta vez Inglaterra se comió al oso. La primera imagen del partido con los ingleses rodeando en cuña a los neozelandeses mientras ejecutaban su haka, fue un avance de lo que ocurrió durante los 80 minutos. Salida en tromba, agresividad máxima (bien entendida) en defensa, y juego a la mano eléctrico. Éstos fueron los ingredientes que hicieron que en el primer minuto del partido, los ingleses anotaran su único ensayo a través de Manu Tuilagi.

A partir de ahí, Eddie Jones planteó un partido físico en el que los de negro no encontraban camino por el centro. La ola blanca desviaba a la manada negra hacia el lateral izquierdo, donde eran emboscados por Anthony Watson y los apoyos que llegaban instantáneos. El plan les estaba saliendo. 

Nueva Zelanda se iba estirando en tramos de 10 minutos. En el minuto 10 pisó el reino, y en el 20, su primer encadenado para llamar a la puerta de Westminster. La guardia real los desvió de nuevo a la izquierda.

Iban pasando los minutos y la primera parte terminó con una conversión de golpe de castigo de George Ford. Los isleños esperaban sumar puntos antes del descanso. Otro golpe a la mandíbula del oso.

La segunda parte básicamente transcurrió de la misma manera. Chispazos motivados por las transfusiones de los cambios, que capitalizaron en un ensayo de Ardi Savea, pero poco más. No siempre la culpa la tiene Aaron Smith. El marcador se apretaba, pero mientras los All Blacks sufrían durante 60 minutos para marcar sus primeros puntos, George Ford iba clavando conversiones regularmente hasta el 19 – 7 final.

Partidazo mañana en la otra semifinal (Gales – Suráfrica) para ver si la semana que viene toca safari o visitar el pub.


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